Siempre prefiero conocerlos. Saberlos. Olerlos. Medirlos. Rodearlos. Para que sepan quien soy yo. Por si acaso no lo saben. O no lo recuerdan. Me gusta conocer a mis enemigos de cerca. Aveces los prefiero más cerca que a los propios amigos. De ellos aprendo lo que no quiero, lo que me desagrada, lo que le hace mal al mundo, lo que no debo practicar, la imbecilidad que oscurece el universo. Son la sombra en el espejo en el que me miero. Para recordarme siempre lo que no quiero ser. Pero que está ahí. Latente.
al asecho...
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