Archivo del blog

miércoles, 22 de febrero de 2012

El dolor del otro

No me hables del dolor, como si nunca hubiese tocado mi puerta. No me expliques lo que es sentirse morir de dolor en vida, porque ya he muerto de dolor de no poder más. No me quieras enseñar lo que es sufrir, porque ya lo he aprendido.

No me hables de la muerte, sentado en la vereda de enfrente. La muerte se volvió amiga de tanto tomar mate conmigo. Aprendí a aceptarla. A quererla nunca. Pero no me hables de la muerte si lo más cercano que la has tenido fue repitiendo la noticia de canal 13. Por respeto a mi. No me hables de la muerte.

Detesto a toda la gente que dice, no llamé porque no quería molestar. Linda forma de lavarse las manos y de no querer tener nada que ver con el dolor del otro. Decí la verdad. Que el dolor del otro, para vos siempre es del otro, y haces lo posible para que no golpee tu puerta de mundito felíz. Si todo el mundo actuara como vos frente al dolor, uno siempre se quedaría solo.

Gracias a la vida, siempre hay gente disponible a ensuciarse las manos del dolor del otro, a contener, a cuidar, a respaldar, a cebar un mate, a callar cuando no hay nada que decir. Pero haceme el grandísimo favor de no ser tan hipócrita, diciendo que no dejabas de pensar en mi y en lo que me pasaba cuando ni siquiera fuiste capaz de llamar. Y repetías lo que decía radio pasillo, sin siquiera chequear la información.

No insultes a mis amigos, haciéndote llamar mi amigo. Vos no sos amigo de nadie.

Lo peor de la gente como vos es que cree que nunca le va a pasar nada.

Quiero decirte que las probabilidades son las mismas, para vos y para mi. A mi me paso, a mi familia. Pero a vos también te puede pasar, a cualquiera. Pero sos tan soberbio que crees que sos distinto. Que esas cosas siempre le pasan a otros.

Ojalá que cuando te pase, la gente a tu alrededor no actúe como vos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario