Si hubo una mujer naranja en el mundo, esa fue La Tana.
No era precisamente mujer naranja por la polenta de su espíritu y de sus grandes manos blancas (más de un bife me ligue de chica por comernos los chicles del suelo con mi primo Pedro.).
La Tana vivía en Becar, en una casa setentona que estaba justo en una esquinita en donde paraba el 333. Desde la ventana del la habitación de abajo se veía bajar la gente del bondi y con mi primo Pedro esperábamos que algún pasajero distraído tirara, al pasar, su chicle de la boca (todavía hoy, no logro descubrir por que la gente sigue tirando el chicle cuando se baja del bondi, si uno se pone a observar verá que es cierto lo que digo) y salíamos corriendo entre golpes y magullones a ver quien lo agarraba primero. Atrás nuestro salía la Tana a cazarnos de las orejas por sucios y nos metía para adentro (por lo menos nunca nos comimos los mocos). Tampoco era mujer naranja por haberse venido sin maleta bajo el brazo durante la segunda guerra mundial, cagada de hambre y vestida con ropa prestada, a un país que no conocía, que ni si quiera hablaba su idioma y en donde la esperaba un tano con el que la habían casado para sacarla de la guerra.
Me contó una vez, que con el único mango que tenia se compro una cacerola en el Puerto de Bs. As. La Tana sabia que de hambre no se cagaba nunca mas, y sin quererlo, de esa olla salieron los mejores sabores probados por mi: su cazuela de mariscos, sus almejas al escabeche (si me habrá puesto a juntarlas culo al norte cuando todavía se encontraban almejas enterradas en las arenas de las playas de Bs.As!), su inigualable pasta casera y su mágica sopa de chocolate (nunca supe bien cuales eran los ingredientes, pero de chocolate solo tenia el color), y mira si será mujer naranja que hasta se preparaba un dulce de leche casero que haría temblar a la serenísima.
Dudo también que su denominación de mujer naranja tenga que ver con su postura ante la religión y su transmisión sobre la fe (la Tana no creía en un carajo, pero era devota del ángel de la guardia, decía que este ángel cuidaba a todos los niños del mundo sin importar si era pobre o rico, su religión o su raza. Y a la Tana le importaban los niños) Entonces me enseño a rezar la oración del ángel de la guardia, me acuerdo que cuando me quedaba a dormir en su casa, dormía en la cama matrimonial con ella, escuchando AM en la Espica con forma de cuerno anaranjada que tenia en la mesita de luz. Y cuando se estaba por quedar dormida (ella siempre antes que yo) apagaba la radio y rezábamos juntas en voz alta la oración del Ángel de la guarda.
La Tana me hizo creer durante muchos años q un ser celestial me cuidaba las espaldas.
Creo que la Tana era una mujer naranja porque ante todo era real. Llena de miserias como cualquier mujer, pero le doblaban las virtudes y eso la hacia mujer naranja.
Era naranja porque me enseño cosas intangibles que me llenaron el alma y me hicieron a mí también mujer naranja.
Y cuando pelaba manzanas, era fascinante como sacaba la cáscara de una sola vez, en forma de espiral, haciendo serpentinas de cascarita.
Aprendí que ese don que solo tienen las mujeres naranjas.
Aunque ya se había empezado a ir de a poco, ayer se fue del todo a otro lugar (no se donde) del universo, la que para mi, fue mi gran mujer naranja.
DESPUES DE MUCHO TIEMPO LEÍ ESTA DEDICATORIA A LA TANA MI MAMI Y ASÍ LA RECUERDO YO TENGO LA RECETA SECRETA DE LA SOPA QUE PARECÍA DE CHOCOLATE Y QUE TODO EL QUE LA CONOCIÓ LE PEDÍA ESA SOPA. GRACIAS ZAMINA DE OTRA ZAMINA.
ResponderEliminarYo quiero esa receta!
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